Los califas almohades importaron de al-Andalus los modelos de gobierno abasí y omeya, que trataron de aplicar adaptándolos. Esto incluyó la prohibición del antiguo uso comunal del vino cocido (anzīr) en favor del consumo de la élite gobernante. Al hacerlo, las fuentes explican esta inflexión utilizando un término árabe vago y ambiguo, rubb, que no se refiere necesariamente a una bebida alcohólica. Sin embargo, en un contexto ceremonial probablemente se trataba de un tipo de vino cocido. De este modo, los gobernantes almohades quisieron ser los promotores de lo maravilloso y los únicos en crear un Edén terrenal, llegando incluso a hacer cavar ríos de basura. De acuerdo con el significado coránico del paraíso, quisieron que la evocación de su palacio se asociara a la rubb; esto dio lugar a que los califas dieran el nombre de Bāb ar-Rubb a una de las puertas del complejo áulico de Marrakech, el corazón palpitante de la dinastía almohade.