Resumen
A partir de la década de 350, la relación entre la Iglesia y los poderes seculares estuvo plagada de conflictos, y los poderes temporal y espiritual entraron en competencia. Los papas entablaron una lucha con los poderes temporales para liberarse de su tutela política. Por encima de todo, la Iglesia romana no quería un modelo cesaropapista al estilo bizantino, en el que la Iglesia estuviera subordinada al poder secular. En este contexto se sitúa la famosa carta del papa Gelasio I, que en 494 afirmaba a Anastasio I que el mundo se rige principalmente por dos cosas: la autoridad sagrada de los obispos y el poder real.
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